Una tarde de jueves cualquiera, Celeste huye de casa y se suma como trapecista a un circo que va de pueblo en pueblo. No hay motivos aparentes para la huida, pero con el paso del tiempo ella intenta convencerse de que más que un impulso fue una decisión acertada: su felicidad solo es posible viviendo como nómade, rodeada de seres raros, cree. Lejos de casa, aniquila a diario a quienes dejó atrás, intercala la rutina circense con encuentros con hombres que, sabe de antemano, no volverá a encontrarse por segunda vez. Hasta que conoce a Roger, un inmigrante centroamericano que llega por casualidad a la caravana para resguardarse de un diluvio. Confiados en que se separarán en cualquier parada de la ruta, los dos trenzan un vínculo sin pretensiones: ambos buscan apenas sobrevivir al momento. Pero con la convivencia  percibirán que, de lo que huyen, es difícil alejarse. Los miedos, los fantasmas y las confesiones impensadas aparecerán sobre la ruta, pese a sus luchas por vencer a la memoria y al temor de zozobrar en conversaciones a solas. Andrea Centeno se detiene con perspicacia en detalles pequeños para hacer aflorar las pulsiones más insospechadas de cada uno de los protagonistas.